Aquí, allá y en todas partes
Es difícil imaginar a Flor Croci tranquila en su casa. Son las diez y media de la noche y después de una ducha rápida habla desde el baño mientras se corta el flequillo Stone. Sus músicos y amigos entran en escena. Vienen de Club 1518 y nadie sabe si tenían llave o si la puerta había quedado abierta y pasaron. Juan Flores y Adrián “Taka” Carlesso se acercan a la mesa ubicada en una sala de estar que tiene las paredes forradas de recortes de revistas que forman un collage enorme. En la casa de Flor se habla de música, del gobierno, se esquiva a los perros y gatos que conviven con ella y su hija Zoe. Es difícil no sentirse a gusto ahí. “Yo no soy de mirar a los ojos a las personas porque no siempre estoy dispuesto a ver lo que hay dentro del otro. Pero cuando conocí a Florencia y la miré a los ojos vi un poco de todas las miradas que había visto en mi vida. Vi amor, fuego, abismo y fuerza. Me llamó mucho la atención y por eso lo recuerdo como si fuera hoy”, dice su amigo y colaborador Ramón Merlo, otro de los integrantes de Los Jardines Líquidos. “Es su generosidad para con los chicos, los viejos, los locos y los marginados lo que la define por sobre todas las cosas”.
Es una noche especial. Como intérprete y guitarrista son cada vez menos los momentos en los que puede mostrar sus canciones. “Estoy tratando de que la música sea salud, voy con esa bandera que es necesaria en todos lados. El arte propio, la composición como medio de expresión, decir algo a través de la canción… es algo serio que le llega a todo el mundo. Quiero defender lo propio. Y también que la música no falte en ningún lado, ni en los barrios ni en el corazón de todos los niños, porque ya estoy vieja”.
Flor se ríe y entiende que le es imposible vivir en un mundo donde no se construya con otro. Acá, en esta vida y este escenario, el de Flor Croci, se milita.
Una heroína de la guitarra
Son las siete de la tarde y el Club 1518 está cerrado. Desde adentro se escuchan voces y risas. La prueba de sonido está a punto de arrancar. Es una fecha compartida con Ovnitorrincos, una banda amiga que tiene a Andrés “Polaco” Abramowski y José Ianniello a la cabeza. Flor toma mate y charla con una amiga que la acompaña. Un último amargo y al escenario. Su banda la espera lista. Ella se cuelga la guitarra y todo empieza a la cuenta de tres.
“No hay artista en Rosario con la voz de Flor y con su forma de tocar la guitarra”, asegura Juan Cruz Revello, periodista musical de la ciudad. “Ella sigue queriendo ser una guitar hero(ine) porque sabe y está segura de que la rompe. Desde el año pasado colabora con Fito Páez, que la invitó a cantar en su disco La ciudad liberada y en sus shows, y ella va y canta, pero lo que quiere hacer es tocar la guitarra. Y es que se lo merece. Todos sabemos lo que puede dar como guitarrista”.
“Como música admiro su versatilidad”, dice su amigo y músico Ramón Merlo. “Flor puede tocar música africana, rap, funk, rock, reggae… Es increíble. Además de su voz. Pero sobre todo lo que más admiro es su capacidad compositiva. Canciones como Tierra, Educación o Tratado de maltrato son maravillosas”.
No prefiero estar muerta
De nuevo a la calle, como todo el día. Por suerte, son solo algunas cuadras las que separan su casa de Club 1518. La pregunta aparece como algo inevitable: “¿Alguna vez dijiste: ‘Basta de esto’?”. “Por supuesto que me hinché las pelotas del rock. Y en ese momento me fui a Barcelona. Pero no solo me cansé del rock: es muy duro intentar vivir de la música. Yo siempre me las arreglé. Di clases de guitarra desde los dieciséis a gente que por ahí no sabía nada, en ese momento ya tocaba eléctrica”.
Hoy es diferente. Flor Croci puede decir que vive de la música. “Lo vivo feliz porque es algo que siempre quise y finalmente logré. Aunque a veces una solo sobrevive porque con este gobierno del orto estamos todos en la misma. Pero acá estoy. Grabando discos con muchos artistas y tocando en vivo. Produciendo el disco de una alumna. Los días de semana me voy al estudio hasta las doce de la noche. Tengo fechas con Los Bardos, después doy clases, después ensayo con mi banda y así”.
¿Cómo es un día en la vida de Flor Croci? ¿Quién sabe cuándo empieza y cuándo termina?
“El miércoles ensayo con las Guiso, después voy a participar de una intervención en la peatonal por el arte callejero y tengo también una reunión del Colectivo Mujeres Músicas que empezamos con Evelina Sanzo y hoy suma más de cuatrocientas mujeres. Todos los días son luchas interminables, luchas que tienen que ver con la música: se trata de que todos podamos estar mejor con esto, no solo yo. Porque eso es la música. Amor”.